
¿Qué es la diversidad funcional?
El término diversidad funcional se usa para referirse a las diferencias en la capacidad de las personas sin una connotación negativa o limitante. Se introdujo como alternativa a términos como discapacidad o minusvalía, promoviendo una visión más inclusiva y centrada en los derechos humanos.
Este concepto parte de la idea de que todas las personas tienen distintas capacidades y la sociedad debe adaptarse a ellas, eliminando barreras en lugar de enfocarse en las limitaciones individuales.
¿Cómo ha sustituido al término «discapacidad» en algunos ámbitos?
Aunque «discapacidad» sigue siendo el término oficial en documentos legales e institucionales, diversidad funcional se ha extendido en ámbitos educativos, sociales y laborales como una forma de cambiar la percepción sobre las personas con capacidades diferentes.
- En el lenguaje cotidiano: muchas organizaciones y colectivos prefieren «diversidad funcional» para destacar la autonomía y evitar el enfoque asistencialista.
- En la educación: se fomenta un enfoque de aprendizaje inclusivo, basado en la adaptación de métodos de enseñanza en lugar de etiquetar a los estudiantes según sus capacidades.
- En el ámbito laboral: cada vez más empresas adoptan políticas de inclusión bajo la premisa de la diversidad, promoviendo la accesibilidad y la igualdad de oportunidades.
Tipos de diversidad funcional
La diversidad funcional abarca diferentes ámbitos según la capacidad afectada. Algunos de los principales tipos son:
- Diversidad funcional física: incluye a personas con movilidad reducida, limitaciones motrices o que requieren apoyos como prótesis, sillas de ruedas o dispositivos de asistencia.
- Diversidad funcional sensorial: afecta a los sentidos, como la visión o la audición. Por ejemplo, personas con ceguera, baja visión, sordera o hipoacusia.
- Diversidad funcional intelectual: se refiere a alteraciones en la capacidad cognitiva que pueden afectar el aprendizaje, la comprensión o la comunicación. Incluye condiciones como el síndrome de Down o la discapacidad intelectual leve o profunda.
- Diversidad funcional psíquica: implica condiciones de salud mental que pueden afectar la autonomía o la interacción social, como trastornos del espectro autista (TEA), esquizofrenia o trastorno bipolar.
- Diversidad funcional orgánica: incluye enfermedades crónicas o condiciones médicas que afectan el funcionamiento del cuerpo, como la fibromialgia, la esclerosis múltiple o la insuficiencia renal.
Cada tipo de diversidad funcional requiere diferentes apoyos y adaptaciones, pero todos comparten un mismo objetivo: lograr una sociedad más accesible e inclusiva.
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Evolución del concepto en España
La percepción de la discapacidad ha cambiado en España en las últimas décadas. Estos son algunos hitos clave en la evolución del término diversidad funcional:
- Antes de los años 2000: se usaban términos como minusválido o discapacitado, con un enfoque médico basado en las limitaciones.
- Año 2005: el Foro de Vida Independiente introduce el término diversidad funcional, destacando la autonomía y los derechos de las personas.
- 2013: se aprueba la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad, unificando normativas previas y reconociendo un modelo basado en la accesibilidad y la igualdad de oportunidades.
- El 18 de enero de 2024, el pleno del Congreso de los Diputados aprobó la reforma del artículo 49 de la Constitución Española, eliminando el término «disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos» y reconociendo los derechos de las personas con discapacidad en condiciones de libertad e igualdad reales y efectivas. Nuestro presidente, Emilio Sáez, participó en el debate en representación de su grupo político.
- Actualidad: aunque «discapacidad» sigue siendo el término oficial, «diversidad funcional» se ha consolidado en movimientos sociales y discursos de inclusión.
Percepción social de la diversidad funcional
A lo largo de los años, la sociedad ha ido modificando su visión sobre la discapacidad. Actualmente, el objetivo es pasar de un modelo asistencialista a un modelo de derechos y participación.
- Antes: Se veía a las personas con discapacidad como «pacientes» que requerían ayuda.
- Ahora: Se considera que la diversidad funcional es parte de la sociedad y que el entorno debe adaptarse a todas las personas.
Sin embargo, todavía existen retos como:
- Prejuicios y estereotipos sobre las capacidades de las personas con diversidad funcional.
- Falta de accesibilidad en espacios públicos y digitales.
- Barreras en el acceso al empleo y la educación.
Para lograr una inclusión real, es clave seguir promoviendo la accesibilidad, la equidad y el reconocimiento de los derechos de todas las personas.
Para lograr una sociedad más justa, es fundamental promover la accesibilidad, eliminar estigmas y garantizar los derechos de todas las personas, sin importar sus capacidades.
El cambio empieza con la forma en que hablamos y actuamos. Apostemos por un mundo donde la diversidad funcional sea reconocida, respetada e integrada en todos los ámbitos.